VALENCIA // Richard Stallman es raro. Tiene esa rareza que irradian los genios. Con sus ojos abiertos llega a Valencia donde imparte una conferencia invitado por la Asociación Valenciana de Software Libre (
ASOLIVAL) y la Universitat. Antes tiene un encuentro con un pequeño grupo de jóvenes estudiantes.
Stallman les atiende con ese aspecto entre bonachón y enfadado. Toma una orxata, dos, “son demasiado pequeñas” y suelta algunas gracias en castellano. “¿Por qué los naranjos no están ordenados? Porque están puestos al azahar”, y se ríe. Está cómodo. “¿Quién de ustedes tiene Facebook?”. Todos levantan la mano. “Han caído en la trampa”, sentencia.
El padre del software libre domina el castellano a la perfección, pero pide que le hablen despacio, “pronunciando bien las consonantes”. Si no entiende algo, habla como un robot… “No oigo nada”, se le escucha decir con un sonido entre metálico y autómata. Es Stallman en estado puro.
Tras su encuentro con los escolares, atiende a La Marea, Pregunta por el medio, quiere saberlo todo, muestra interés. Respira con fuerza, se relaja y empieza a hablar de lo que más sabe, de lo que más le interesa, de su vida, del software libre.